sábado, 9 de noviembre de 2013

TEDx Madrid


El pasado día 28 de septiembre tuvieron lugar las charlas TEDx [1] en Madrid. Aunque a estas alturas casi todo el mundo ha oído hablar de las TED, aún hay muchos que no están familiarizados con ellas. Se pueden encontrar más de 1500 conferencias de la organización TED, y muchas miles más de los ciclos TEDx, en portales como Youtube. Algunos de los vídeos tienen millones de visualizaciones, lo que da una idea de la repercusión de estos eventos a nivel mundial.

¿Pero qué son las TED? El acrónimo TED responde a Tecnología, Entretenimiento y Diseño. Esos son los tres pilares sobre los que se basan las charlas. El origen de TED se sitúa en el año 1984, año en el que dos estadounidenses, Richard Saul Wurman y Harry Marks, deciden organizar unos ciclos de conferencias para difundir ideas dignas de difundir (“Ideas worth spreading”). Fundan una organización no gubernamental sin ánimo de lucro que pretende difundir conocimiento a lo largo y ancho del mundo. A partir del año 1990 decidieron organizar estos eventos anualmente en Estados Unidos, y así ha continuado hasta hoy. Por las charlas TED americanas han pasado personajes de la talla del físico Stephen Hawking, el expresidente de EEUU Bill Clinton, el escritor y orador Tony Robins (con más de seis millones de visitas en su TED de youtube) o el cocinero Jamie Oliver. 

Ahora bien, no todo el mundo puede asistir a las charlas TED. Una entrada para un ciclo de conferencias en Estados Unidos cuesta en torno a los 6500 ó 7000 dólares americanos, y además los cupos de entradas son reducidos y hay que pasar un pequeño test para poder formar parte de la audiencia. Este test es muy simple en realidad, y lo único que pretende es asegurarse de que la audiencia va a mostrar interés por los temas a tratar en cada evento. Pero si no hay ánimo de lucro, ¿cómo pueden costar las entradas ese dinero? Bien, la organización asegura que nadie de los organizadores ni los ponentes cobran un céntimo. Todos los eventos TED están organizados por voluntarios que dedican su tiempo y sus esfuerzos para organizar lo mejor posible estos encuentros. El dinero se invierte en el alquiler del local, iluminación, sonido, cátering, etc. En los últimos años, una parte de esa recaudación se destina a un premio para la mejor charla. Y en el caso de sobrar dinero de todo lo recaudado, éste se donará a una ONG con fines sociales. 

Pero el evento del pasado 28 de septiembre no fue un evento TED, sino un evento TEDx. Hay cientos de eventos TEDx por todo el mundo: desde Sídney a Buenos Aires, de Londres a Ulán Bator. Pero TEDs (sin “x”) sólo hay unas: las estadounidenses. En el resto del mundo estos eventos se llaman TEDx, y son organizados de manera independiente a TED, pero siguiendo exactamente las mismas normas que rigen las primeras, y están bajo su supervisión y con la licencia de uso de sus siglas. Si un evento TEDx  no cumple las normas establecidas por TED, se retirará la licencia a esa determinada ciudad. Por lo tanto, no se debe confundir TED con TEDx. Lo que deben tener en común las charlas TED y TEDx son los siguientes puntos: No debe existir ánimo de lucro, todos deben ser voluntarios, no se debe hablar de política y los anunciantes o patrocinadores no pueden ser ponentes en ningún caso ni participar directa o indirectamente en las charlas, si bien se les puede hacer una mención de agradecimiento en los créditos finales durante la clausura del evento.

La temática de las charlas no importa siempre que el contenido sea interesante. Eso sí, el orador tendrá como máximo 18 minutos para exponer sus ideas. En internet se pueden encontrar charlas que tratan desde temas medioambientales, coaching, problemas de exclusión social, filosofía, música o prácticamente cualquier tema que se os pase por la cabeza. 

El evento TEDxMadrid del pasado mes de septiembre tuvo lugar en las instalaciones del Matadero, un lugar diáfano y óptimo para la organización de estos acontecimientos. Al contrario de las charlas TED americanas, éstas tienen precios más reducidos, y no pasan de los 60€ por persona. Las charlas giraban alrededor de una idea central propuesta por la organización: Lo inacabado, The unfinished. Tanto es así, que en el momento del comienzo del evento, aún estaban dando los últimos retoques al logo TEDxMadrid, eso sí, a propósito. Al llegar al Matadero, la organización nos obsequió con una bolsa de bienvenida, también inacabada (se nos proveía de un retal de tela y los asistentes debíamos coser un bolsillo lateral con él), que incluía una serie de objetos útiles como un lápiz que puedes plantar y del que saldrá un árbol (reciclaje llevado al máximo extremo), un monedero, un libro de filosofía con el que tratan de expandir nuevos horizontes y otros útiles artículos variados.

Las charlas las abrió el grupo Barbarrio, pioneros en el street workout (gimnasia en la calle) en España. Nos mostraron cómo a través de una actividad, en este caso física, consiguieron reconducir a muchos jóvenes, sacándoles de ambientes peligrosos y conflictivos en los suburbios madrileños.  Nos mostraron una cara amable de los grupos de hip-hoperos que vemos en los parques de nuestras ciudades, tratando de eliminar el estereotipo de que son personas conflictivas. 

José María Pérez, arquitecto y emprendedor social, nos enseñó cómo su programa de escuelas-taller y oficios son un sistema eficiente para la formación e incorporación en el mercado laboral de jóvenes mediante la rehabilitación del Patrimonio Histórico-Artístico y Natural en el norte de España (de momento).

Una charla especialmente interesante fue la que impartió Luz Rello dedicada a la dislexia. Sus investigaciones en este campo concluyen que la dislexia tiene tratamiento y se puede reducir el fracaso escolar de niños disléxicos con el método que ella ha desarrollado. Observó que en las personas con dislexia hay una serie de patrones comunes que se repiten, por ejemplo a la hora de leer o de escribir textos. Analizando multitud de esos textos escritos por personas disléxicas y viendo que las faltas de ortografía siguen una tendencia, se puede educar a esas personas para corregir tales errores. Por no mencionar, que una persona disléxica puede leer y comprender un texto con las letras desordenadas mejor y más rápido que un no disléxico, si bien pueden tener problemas en la comprensión de un texto “normal”. Ella ha conseguido obtener resultados fantásticos con las personas con las que trabaja, mostrando a la sociedad que tenemos que quitarnos los prejuicios sobre este problema que tiene nada menos que el 5-10% de la población, y recordando a los profesores que un alumno que escribe con faltas de ortografía tal vez tenga dislexia y debe ser tratado convenientemente. 

En el ramo de la música, Javier Díez-Ena nos enseñó qué es un Theremín, un instrumento musical electrónico creado por el ruso Lev Serguéievich Termen en 1919 y que hemos escuchado en cientos de películas de fantasmas y ovnis. Probablemente se pueda considerar el primer sintetizador de música. Además, la gaitera y pianista Cristina Pato nos mostró las posibilidades que tiene su instrumento, ofreciéndonos un espectacular recital.

Carlos Duarte, profesor de Investigación del CSIC, nos habló sobre la expedición Malaspina, donde él participa activamente, mostrándonos algunos de los resultados de su investigación. Dicho proyecto de investigación oceanográfica se llevó a cabo a bordo de los buques de investigación oceanográfica Hespérides (A-33) y Sarmiento de Gamboa, con el fin de fomentar las ciencias marinas y la cultura científica en la sociedad, así como formar jóvenes investigadores. Su investigación, que le ha llevado a trabajar en todos los océanos, se centra en el estado y funcionamiento de los ecosistemas marinos y el impacto del cambio global sobre éstos.

Los chavales de El Mundo Today nos deleitaron con algunas de sus mejores “noticias” y dieron un punto cómico al evento. ¡No todo en la vida tiene que ser trascendental! 

Gabriel Sebastián es un joven que intenta hacer del mundo un lugar un poquito mejor. El proyecto del que nos habló es el Fairphone (www.fairphone.com). Investigando de dónde proviene cada una de las partes de nuestros teléfonos móviles, recorrió medio mundo para visitar las fábricas de los componentes electrónicos y las minas de extracción de los elementos que los forman. Se propuso crear un teléfono móvil sostenible en todos los aspectos, realizado con materiales reciclados y reciclables y siempre desde el prisma del comercio justo, con condiciones de trabajo de los fabricantes dignas. El resultado: un teléfono móvil de última generación por 325€. Algo digno de ver.
Jordi Claramonte es un filósofo que ha dado clases en el MIT, en la Universidad de Yale (vale) y en la NYU. Nos habló sobre la metafísica en occidente y cómo está articulado el pensamiento occidental, además de cómo la humanidad ha afrontado el concepto del cambio, de por qué y cómo las cosas mudan. Nos habló sobre el pensamiento modal, sobre la estética en filosofía, sobre la potencia y el acto aristotélicos, más una fase intermedia que Aristóteles no planteaba, que es el cuándo está ocurriendo ese cambio. Lo posible, lo necesario y lo efectivo, tres modos que se pueden solapar y no contraponerse entre ellos. Diez minutos muy cortos para expresar todo lo que tiene que decir Jordi Claramonte quien, sin duda, ofreció una de las charlas más profundas e interesantes de toda la jornada, pero que quizá quedó demasiado condensada en esos escasos minutos de los que dispuso para explicar su pensamiento filosófico. Podéis ver su charla (y todas las demás) a través de la página web de TEDxMadrid. 

Sin ánimo de extendernos mucho más, sí citaremos brevemente al resto de ponentes, quienes ofrecieron charlas muy interesantes, como por ejemplo Origlam, que nos habló sobre origami; Javier Gallego “crudo”, periodista radiofónico, quien habló del periodismo actual e incorporó un poco más de política a su discurso de lo que posiblemente las normas de TEDx exigen; Sergio Álvarez, diseñador; Julio Obelleiro, emprendedor de tecnologías creativas; Nacho Dean, caminante por todo el mundo; Guillermo G. Peydró, cineasta e historiador del arte; Daniel Fernández Pascual, arquitecto e investigador (quien nos deleitó con un gazpacho “especial”) y Alejandro Tamayo, artista. 

En cualquier caso, todo esto no podría haberse llevado a cabo sin el duro trabajo de la genial Antonella Broglia, fantástica conductora del evento, así como de todo su equipo de colaboradores, todos ellos trabajando de manera altruista y sin cobrar un solo euro. Tanto es así, que todas las cuentas y facturas del evento han sido publicadas como símbolo de transparencia de una gestión limpia, tal como exigen las normas TED, y que ya podrían aprender nuestros políticos y empresas públicas financiadas con los impuestos de todos los contribuyentes. 

Para finalizar, solamente hacer hincapié en la importancia de este tipo de eventos en nuestra sociedad. Quizá uno tenga más interés por temas de ciencias o por temas de letras, pero en estas charlas vamos a encontrar todo tipo de personas, de todas las ramas, que van a exponer pensamientos, ideas y estudios que van a hacer que el espectador conozca nuevos conceptos que quizá no había contemplado con anterioridad. Que abra su mente a diferentes maneras de ser y de pensar, que entienda por dónde camina la ciencia, que aprenda un poquito de historia, música o filosofía, que conozca a otros asistentes a los eventos que, sin duda, tendrán las mismas inquietudes por saber cosas nuevas y ampliar sus conocimientos en todos los campos. Porque para ser una persona completa, no basta con saber mucho de lo que has estudiado o de lo que tú trabajas, sino que hay que saber un poco de todo, tratando de alcanzar ese pensamiento renacentista de intentar lograr el máximo conocimiento en todos los campos, sin importar cuál sea la rama. Eso es la cultura: tener la posibilidad y los recursos suficientes para poder hablar de cualquier cosa. Y las TEDs son un buen aliciente para continuar con nuestra formación.



[1] x = Independently organized TED event.

martes, 25 de junio de 2013

¿Pero quién diablos es Chueca?

Este artículo lo escribí para el quinto número de la Revista Pastiche que podéis encontrar en este vínculo.



El céntrico barrio madrileño de Chueca es, desde hace algunas décadas, el centro neurálgico de la comunidad gay y lésbica madrileña, conocido en todo el planeta como un lugar abierto y libre de prejuicios, lleno de vida y repleto de tiendas de todo tipo. Una cita obligada para cualquier turista o para quien quiera estar a la última en moda. Pero ¿a qué se debe el nombre del barrio? ¿Qué o quién es Chueca? Muchas de las personas que viven en Chueca, y no sólo en Chueca sino en Madrid, jamás se han preguntado el origen de tal nombre.

Federico Chueca, personaje a quien le debe el nombre el barrio, fue un compositor madrileño de zarzuelas, nacido en 1846. Fue uno de los más importantes representantes de lo que se llamó el Género Chico. Su actividad profesional como músico comenzó en el año 1875, acabando en el año 1904, cuatro años antes de su muerte. Sus obras más conocidas fueron Agua, azucarillos y aguardiente (1897) y La Gran Vía (1886). Pero él no fue el único compositor de zarzuelas en nuestro país. Como Chueca, había multitud de músicos de alta talla que extendieron este género musical por toda la geografía española durante los siglos XIX y XX especialmente.

Busto de Federico Chueca en el madrileño Parque del Retiro.

Hagamos un pequeño paréntesis para ponernos en situación. Hoy en día, la globalización es un hecho que tiene influencia en las economías mundiales, en la cultura, en la televisión, en la comida basura y en la música, entre otros aspectos. Es común en nuestras sociedades occidentales encontrar todo tipo de tribus urbanas con sus particulares formas de vestir, a menudo con un ideario político similar y, como denominador común, con unos gustos musicales parecidos. Así, tenemos a heavies, mods o punks, por citar sólo a algunas de estas tribus urbanas. Pero no hace tanto tiempo, en España existían estilos musicales como la Copla o la Zarzuela antes comentada, que gozaban de gran reconocimiento por la audiencia hispana.

Pues bien, es necesario romper una lanza por estos géneros musicales olvidados, y más concretamente en favor de la Zarzuela. Tanto la Copla como la Zarzuela presentan una idea en el imaginario colectivo como si tuviesen un tinte franquista o rancio, de esa época oscura de España. “Antología de la Zarzuela, del rejoneo y la castañuela” cantaba Siniestro Total en su ácida canción intitulada “El regreso del hijo del zombi Paco”, en referencia al dictador y a los gustos musicales –y culturales si se quiere – de la época.

La Zarzuela es un género musical del que ya hay referencias escritas por Calderón de la Barca allá por el siglo XVII[1]. Las zarzuelas son, de alguna manera, nuestras operetas low cost,  si bien algunas de ellas eran prácticamente operas en el sentido más estricto, como por ejemplo Marina, de Arrieta, que comenzó como una zarzuela en dos actos y acabo siendo una ópera de tres actos. Era una mezcla entre teatro y música. Un estilo musical que técnicamente sería equivalente a las operetas italianas que, a diferencia de las óperas contemporáneas, alternaban partes habladas con partes musicales. Si bien las zarzuelas comenzaron siendo un asueto para la monarquía española (desde tiempos de Felipe IV), con el paso del tiempo fue asimilada por el pueblo llano, adoptando características propias de esta clase social. Los temas de los que trataban estas obras eran generalmente asuntos comunes de la calle, del pueblo, historias universales si se quiere, recurrentes en la literatura de todos los tiempos. Historias costumbristas, de amores, de traiciones, en ocasiones de conjuras palaciegas, del adinerado que se enamora de la bella aldeana… Se suelen relacionar con el Madrid castizo debido a que muchas de las más conocidas zarzuelas están ambientadas en Madrid; sin embargo, esto no es del todo exacto. Por poner algún ejemplo, La tabernera del puerto ocurre en Cantabria, Gigantes y Cabezudos en Zaragoza, Bohemios en París o El huésped del sevillano en Toledo. 

En la Zarzuela se pueden distinguir tres subgéneros. En primer lugar está la Zarzuela Mayor o Grande, que como se puede uno imaginar, tenían temáticas serias o dramáticas, con una estructura, complejidad argumental y longitud mayores que el resto de subgéneros. En segundo lugar, tenemos el Género Buffo. Surgió en torno al año 1870 como consecuencia de una serie de crisis socio-económicas en la sociedad española, que hizo imposible para el ciudadano de a pie asistir al teatro por sus desmesurados precios. De este modo, aparecieron representaciones cortas, de apenas una hora, que trataban con gran simpleza argumental y musical temas amenos para el pueblo, tales como mitos históricos, la realeza –recordemos que la primera República Española se proclamó en el año 1873–, el ejército, la política, etc., siempre con un punto cómico, a menudo caricaturesco, con el único afán de entretener al ciudadano a precios módicos. Finalmente, en el año 1873 –el género bufo tuvo un éxito tan grande como fulgurante– aparece el Género Chico, con autores de la talla del consabido Chueca, pero también Gaztambide, Tomás Bretón, Pablo Sorozábal, Amadeo Vives, Francisco Alonso, José Padilla o Federico Moreno Torroba, nombres que pueblan las calles de muchas ciudades españolas. El Género Chico, como tocaba temas cotidianos y costumbristas y las representaciones tenían un precio reducido, era un buen motivo de asueto para las clases humildes españolas. Corrían tiempos revueltos en lo político y lo económico (venida de la primera República, pérdida de las últimas colonias, etc.), y el pueblo necesitaba distracciones para evadirse de los problemas diarios. Se podría decir que se trataba del Sálvame de la época. Un espacio para liberar la mente, reírse un poco con las historias tragicómicas que se representaban o de las críticas sociales y, además, escuchar buena música.

Imagen de "La del manojo de Rosas", de Pablo Sorozábal.
¿Pero por qué la gente piensa en ellas como un recuerdo del franquismo? Como se ha comentado anteriormente, la Zarzuela existe como tal desde varios siglos antes de que el dictador estuviese ni tan siquiera en proyecto, si bien tuvo su momento de gloria durante el siglo XIX y parte del XX. Autores como por ejemplo el vasco Pablo Sorozábal (autor de auténticos hits como La del manojo de rosas o La tabernera del puerto) eran comunistas declarados. Las letras y temáticas de las zarzuelas contaban historias del pueblo llano, más allá de ideologías políticas de izquierdas o derechas; estaban enfocadas a un público humilde, en ningún caso al típico señor con bigote y brazo derecho en alto, aunque también pudieran gustar a éstos, ya que no eran conceptos relacionados. 

Una posible explicación a este fenómeno podría ser que durante los años 60s y especialmente en los 70s se reaviva en España el interés por la Zarzuela. Cuestión de modas, como ocurre a menudo. Del mismo modo que en los 2000s volvieron a escena los musicales en las grandes ciudades de España y del mundo –por ejemplo, se representa Cats en múltiples países más allá de Broadway, El Rey León y su gira mundial, aún hoy representada en medio planeta, o The Man of La Mancha– en los 70 resurge la Zarzuela en España, que fue acogida con bastante éxito entre el público. Televisión Española emitió un programa llamado Antología de la Zarzuela, donde trabajaban actores y cantantes de primer nivel de aquel momento, como por ejemplo Alfredo Krauss, Plácido Domingo o Montserrat Caballé. Puesto que se mantuvo durante muchísimos años en antena, quizá a gran parte de la población actual le haga pensar que la zarzuela tiene un "tufillo franquista". Pero nada más lejos de la realidad. 

Solemos renegar de nuestra historia y de nuestro bagaje cultural, generalmente por ignorancia o desinterés por lo antiguo. La vida en esta sociedad de consumo hace que tengamos que evolucionar a gran velocidad, y la enorme cantidad de estímulos a los que estamos sometidos (noticias, músicas, eventos de todo tipo) hace que tendamos a ir excluyendo más y más cosas de nuestras vidas. Da la sensación de que, en ocasiones, la globalización nos idiotiza, creando patrones comunes a lo largo y ancho del planeta. Hay auténticos grupos de clones que visten, leen y oyen exactamente lo que dicta la tribu urbana a la que pertenecen. Pero escuchar músicas diferentes, sea flamenco, música clásica, óperas, asistir a un ballet o a una zarzuela, no sólo es enriquecedor sino que seguramente sea necesario. Saber quién es Chueca, por qué un barrio de Madrid se llama así y a qué se dedicaba ese señor está bien, pero conocer a Sorozábal, o al Maestro Rodrigo, Falla o Granados es tan importante como saber quiénes eran Tchaikovski, Verdi, o músicos más modernos como John Coltrane, Frank Zappa o David Bowie. Conocer nuestra música también es conocer nuestra historia, y esto ayuda a construir nuestro futuro.





[1] Introducción en El golfo de las Sirenas de Calderón de la Barca. Nielsen. 1990. p.26