martes, 25 de junio de 2013

¿Pero quién diablos es Chueca?

Este artículo lo escribí para el quinto número de la Revista Pastiche que podéis encontrar en este vínculo.



El céntrico barrio madrileño de Chueca es, desde hace algunas décadas, el centro neurálgico de la comunidad gay y lésbica madrileña, conocido en todo el planeta como un lugar abierto y libre de prejuicios, lleno de vida y repleto de tiendas de todo tipo. Una cita obligada para cualquier turista o para quien quiera estar a la última en moda. Pero ¿a qué se debe el nombre del barrio? ¿Qué o quién es Chueca? Muchas de las personas que viven en Chueca, y no sólo en Chueca sino en Madrid, jamás se han preguntado el origen de tal nombre.

Federico Chueca, personaje a quien le debe el nombre el barrio, fue un compositor madrileño de zarzuelas, nacido en 1846. Fue uno de los más importantes representantes de lo que se llamó el Género Chico. Su actividad profesional como músico comenzó en el año 1875, acabando en el año 1904, cuatro años antes de su muerte. Sus obras más conocidas fueron Agua, azucarillos y aguardiente (1897) y La Gran Vía (1886). Pero él no fue el único compositor de zarzuelas en nuestro país. Como Chueca, había multitud de músicos de alta talla que extendieron este género musical por toda la geografía española durante los siglos XIX y XX especialmente.

Busto de Federico Chueca en el madrileño Parque del Retiro.

Hagamos un pequeño paréntesis para ponernos en situación. Hoy en día, la globalización es un hecho que tiene influencia en las economías mundiales, en la cultura, en la televisión, en la comida basura y en la música, entre otros aspectos. Es común en nuestras sociedades occidentales encontrar todo tipo de tribus urbanas con sus particulares formas de vestir, a menudo con un ideario político similar y, como denominador común, con unos gustos musicales parecidos. Así, tenemos a heavies, mods o punks, por citar sólo a algunas de estas tribus urbanas. Pero no hace tanto tiempo, en España existían estilos musicales como la Copla o la Zarzuela antes comentada, que gozaban de gran reconocimiento por la audiencia hispana.

Pues bien, es necesario romper una lanza por estos géneros musicales olvidados, y más concretamente en favor de la Zarzuela. Tanto la Copla como la Zarzuela presentan una idea en el imaginario colectivo como si tuviesen un tinte franquista o rancio, de esa época oscura de España. “Antología de la Zarzuela, del rejoneo y la castañuela” cantaba Siniestro Total en su ácida canción intitulada “El regreso del hijo del zombi Paco”, en referencia al dictador y a los gustos musicales –y culturales si se quiere – de la época.

La Zarzuela es un género musical del que ya hay referencias escritas por Calderón de la Barca allá por el siglo XVII[1]. Las zarzuelas son, de alguna manera, nuestras operetas low cost,  si bien algunas de ellas eran prácticamente operas en el sentido más estricto, como por ejemplo Marina, de Arrieta, que comenzó como una zarzuela en dos actos y acabo siendo una ópera de tres actos. Era una mezcla entre teatro y música. Un estilo musical que técnicamente sería equivalente a las operetas italianas que, a diferencia de las óperas contemporáneas, alternaban partes habladas con partes musicales. Si bien las zarzuelas comenzaron siendo un asueto para la monarquía española (desde tiempos de Felipe IV), con el paso del tiempo fue asimilada por el pueblo llano, adoptando características propias de esta clase social. Los temas de los que trataban estas obras eran generalmente asuntos comunes de la calle, del pueblo, historias universales si se quiere, recurrentes en la literatura de todos los tiempos. Historias costumbristas, de amores, de traiciones, en ocasiones de conjuras palaciegas, del adinerado que se enamora de la bella aldeana… Se suelen relacionar con el Madrid castizo debido a que muchas de las más conocidas zarzuelas están ambientadas en Madrid; sin embargo, esto no es del todo exacto. Por poner algún ejemplo, La tabernera del puerto ocurre en Cantabria, Gigantes y Cabezudos en Zaragoza, Bohemios en París o El huésped del sevillano en Toledo. 

En la Zarzuela se pueden distinguir tres subgéneros. En primer lugar está la Zarzuela Mayor o Grande, que como se puede uno imaginar, tenían temáticas serias o dramáticas, con una estructura, complejidad argumental y longitud mayores que el resto de subgéneros. En segundo lugar, tenemos el Género Buffo. Surgió en torno al año 1870 como consecuencia de una serie de crisis socio-económicas en la sociedad española, que hizo imposible para el ciudadano de a pie asistir al teatro por sus desmesurados precios. De este modo, aparecieron representaciones cortas, de apenas una hora, que trataban con gran simpleza argumental y musical temas amenos para el pueblo, tales como mitos históricos, la realeza –recordemos que la primera República Española se proclamó en el año 1873–, el ejército, la política, etc., siempre con un punto cómico, a menudo caricaturesco, con el único afán de entretener al ciudadano a precios módicos. Finalmente, en el año 1873 –el género bufo tuvo un éxito tan grande como fulgurante– aparece el Género Chico, con autores de la talla del consabido Chueca, pero también Gaztambide, Tomás Bretón, Pablo Sorozábal, Amadeo Vives, Francisco Alonso, José Padilla o Federico Moreno Torroba, nombres que pueblan las calles de muchas ciudades españolas. El Género Chico, como tocaba temas cotidianos y costumbristas y las representaciones tenían un precio reducido, era un buen motivo de asueto para las clases humildes españolas. Corrían tiempos revueltos en lo político y lo económico (venida de la primera República, pérdida de las últimas colonias, etc.), y el pueblo necesitaba distracciones para evadirse de los problemas diarios. Se podría decir que se trataba del Sálvame de la época. Un espacio para liberar la mente, reírse un poco con las historias tragicómicas que se representaban o de las críticas sociales y, además, escuchar buena música.

Imagen de "La del manojo de Rosas", de Pablo Sorozábal.
¿Pero por qué la gente piensa en ellas como un recuerdo del franquismo? Como se ha comentado anteriormente, la Zarzuela existe como tal desde varios siglos antes de que el dictador estuviese ni tan siquiera en proyecto, si bien tuvo su momento de gloria durante el siglo XIX y parte del XX. Autores como por ejemplo el vasco Pablo Sorozábal (autor de auténticos hits como La del manojo de rosas o La tabernera del puerto) eran comunistas declarados. Las letras y temáticas de las zarzuelas contaban historias del pueblo llano, más allá de ideologías políticas de izquierdas o derechas; estaban enfocadas a un público humilde, en ningún caso al típico señor con bigote y brazo derecho en alto, aunque también pudieran gustar a éstos, ya que no eran conceptos relacionados. 

Una posible explicación a este fenómeno podría ser que durante los años 60s y especialmente en los 70s se reaviva en España el interés por la Zarzuela. Cuestión de modas, como ocurre a menudo. Del mismo modo que en los 2000s volvieron a escena los musicales en las grandes ciudades de España y del mundo –por ejemplo, se representa Cats en múltiples países más allá de Broadway, El Rey León y su gira mundial, aún hoy representada en medio planeta, o The Man of La Mancha– en los 70 resurge la Zarzuela en España, que fue acogida con bastante éxito entre el público. Televisión Española emitió un programa llamado Antología de la Zarzuela, donde trabajaban actores y cantantes de primer nivel de aquel momento, como por ejemplo Alfredo Krauss, Plácido Domingo o Montserrat Caballé. Puesto que se mantuvo durante muchísimos años en antena, quizá a gran parte de la población actual le haga pensar que la zarzuela tiene un "tufillo franquista". Pero nada más lejos de la realidad. 

Solemos renegar de nuestra historia y de nuestro bagaje cultural, generalmente por ignorancia o desinterés por lo antiguo. La vida en esta sociedad de consumo hace que tengamos que evolucionar a gran velocidad, y la enorme cantidad de estímulos a los que estamos sometidos (noticias, músicas, eventos de todo tipo) hace que tendamos a ir excluyendo más y más cosas de nuestras vidas. Da la sensación de que, en ocasiones, la globalización nos idiotiza, creando patrones comunes a lo largo y ancho del planeta. Hay auténticos grupos de clones que visten, leen y oyen exactamente lo que dicta la tribu urbana a la que pertenecen. Pero escuchar músicas diferentes, sea flamenco, música clásica, óperas, asistir a un ballet o a una zarzuela, no sólo es enriquecedor sino que seguramente sea necesario. Saber quién es Chueca, por qué un barrio de Madrid se llama así y a qué se dedicaba ese señor está bien, pero conocer a Sorozábal, o al Maestro Rodrigo, Falla o Granados es tan importante como saber quiénes eran Tchaikovski, Verdi, o músicos más modernos como John Coltrane, Frank Zappa o David Bowie. Conocer nuestra música también es conocer nuestra historia, y esto ayuda a construir nuestro futuro.





[1] Introducción en El golfo de las Sirenas de Calderón de la Barca. Nielsen. 1990. p.26